SALAR GRANDE. EL MICROBIOMA DEL LITIO
Propuesta seleccionada como una de las 10 finalistas en el Concurso de Ideas para el Pabellón de Chile en la 19a Bienal de Arquitectura de Venecia, 2025.
Arquitectura: Tomás García de la Huerta, Xaviera Gleixner, Florencia Galecio, Juan Gubbins, Jonas Klaassen
Biología: Dinka Mandakovic, Katerina Betta
Cine: Theo Court
Fotografías aéreas: Tom Hegen
Guión de exposición: ODA – Objeto de Asombro
Diseño gráfico: Florencia García De La Huerta
Producción: ArtWorks
Superficie Proyectada: 150 m2
El desierto de Atacama alberga uno de los sistemas salinos más grandes y antiguos del mundo. Los salares, remanentes de antiguos paleolagos, se extienden a lo largo de paisajes extremadamente áridos, hospedando comunidades de microorganismos como bacterias y arqueas extremófilas. Estas prosperan en ecosistemas de alta salinidad y radiación solar, desempeñando procesos metabólicos esenciales desde el Holoceno. Este microcosmos —concepto acuñado por Margulis y Sagan, referido a la exploración de la vida microbiana y su relación con el universo— subyace entre minerales tales como el litio, el potasio y el sodio, revelando un ecosistema invisible ante los ojos cuya subsistencia en ambientes hostiles depende de un delicado equilibrio entre la radiación solar, la salinidad y la presencia del agua.
Sin embargo, la supervivencia de estas comunidades biológicas enfrenta dos grandes amenazas de origen antrópico. Desde una perspectiva general, la crisis climática ha provocado, en los últimos 50 años, sequías sostenidas en los salares debido a la alteración de las precipitaciones estivales, lo que reduce la disponibilidad de agua afectando directamente la tasa de renovación de estos. Por otro lado, y desde un punto de vista particular, la extracción de litio y otros minerales, esenciales para la transición energética hacia un modelo libre de combustibles fósiles, compromete el equilibrio ecológico de estas comunidades microbianas excepcionales, alterando de manera significativa sus funciones ecosistémicas. Esta paradoja pone en riesgo no solo la estabilidad de los salares, sino también su función como uno de los ecosistemas más singulares del planeta. Estas formas de vida ancestrales, que han pervivido en condiciones extremadamente adversas para la mayoría de los organismos, nos revelan claves para entender la adaptabilidad a las transformaciones geológicas y ambientales.
Estos microorganismos destacan por ser capaces de prosperar en ambientes hostiles, gracias a mecanismos metabólicos especializados que les permiten tolerar el estrés osmótico, reparar daños genéticos y protegerse de la radiación ultravioleta. Por lo que su estudio no solo puede aportar conocimiento sobre el origen de la Tierra y el futuro de la vida en ella, sino también revelar el potencial biotecnológico de estas comunidades excepcionales, e incluso presentar soluciones a desafíos globales relacionados con la recuperación de suelos salinos y sostenibilidad ambiental.
En el marco del Concurso Fondo de Investigación en Salares 2024, el equipo dirigido por la académica y microbióloga ambiental Dinka Mandakovic subraya la importancia de documentar ecosistemas críticos como el Salar Grande, ubicado al este de Taltal, en la Región de Atacama. La propuesta de investigación, titulada “Análisis espacial multitemporal y biogenómico del Salar Grande: Implicaciones para la ecología y la biotecnología”, explora este salar andino situado a 3.950 msnm, cuyas funciones ecosistémicas únicas están condicionadas por su aislamiento y las montañas circundantes. A pesar de poseer una biodiversidad única, la documentación del Salar Grande es limitada, lo que dificulta la comprensión acerca de su impacto ambiental, su relevancia ecológica, y las amenazas a las que se enfrenta en términos de conservación. En este contexto, dicha investigación se enfoca en estudiar este paisaje remoto, cuyo aislamiento y falta de información representan un desafío adicional para su protección y preservación.


